domingo, 9 de octubre de 2011

Algunas consideraciones sobre los tubos sonoros

Para la construcción de los tubos o “tutuak”, tampoco se puede decir que haya mucho escrito.
Podemos comprobar que a lo largo de la historia de la alboka, los constructores han fabricado sus tubos sonoros entre los 130 mm. y los 166 mm.
El tamaño de los agujeros  también han bailado entre unos diámetros  desde los  3.5 mm. hasta los 5.5 mm.
La otra magnitud con la que se ha jugado es el diámetro interior del tubo, que ronda entre los 6mm. y los 8 mm.
Por último, nos queda  mencionar la separación entre agujeros, que tradicionalmente ha sido siempre la misma.
Con todos estos datos delante, nos surge una tremenda duda… ¿Y ahora qué? ¿Qué longitud doy a mis tubos?
Pues dependerá de todas las variables. Hay un gran abanico de posibilidades.


Empezaremos con una dimensión que vamos a considerarla fija: el diámetro interior. Como hemos dicho, este diámetro lo tomaremos de 7mm. ya que actualmente esta normalizado y nos servirá para poder utilizar cualquier fita comercial que necesitemos comprar, fabricar, intercambiar con otra alboka.
Primer dilema solucionado ¿Y el resto?
Tradicionalmente, las albokas no eran afinadas y sonaban tal como el constructor lo fabricaba y daba el visto bueno. Quizá ese sea el motivo por el que habitualmente el albokari era a la vez tañedor de su instrumento. Tal y como comenta en su libro José Mariano Barrenetxea  “El albokari digno de este nombre deberá conocer los pormenores del instrumento y, sobre tañerlo a la perfección, saberlo construir”
Aunque quizá no eran todas las medidas tan libres, pues siendo tubos de distintos tamaños, siempre había la misma proporción entre agujeros.  Así lo aclara Ibon Koteron en su web: “Entre las más de sesenta albokas que estudió Barrenetxea (1976, p.15), las de tubos más largos medían 166 mm., con los orificios extremos separados por 106 mm.; distancia que se reducía a 83 mm. en los tubos de 130 mm. de longitud: en ambos casos la proporción es de 1, 566”
Actualmente, a la alboka se le dan unas características determinadas que varían aun en función del constructor, pero que el objetivo final es afinar la alboka en un LA de 440 hz. De manera que pueda ser utilizada acompañado por otro instrumento.
Por tanto, la afinación que correspondería a una alboka debería de ser:




Perteneciendo de este modo, la nota LA a la tercera octava y las notas SI, DO, RE, MI y FA# a la cuarta octava.
A partir de aquí, tenemos que conseguir no diferir mucho en la medida de los hz. descritos en la imagen anterior (Redordad que existen programas online para afinar instrumentos que nos ofrecen presisamenete su medida en hz, tal y como nos interesa).
Para ello, se hizo un pequeño “estudio” con varias medidas de tubos, posiciones de agujeros y diámetros.  A continuación  compararemos 3 de ellos, que parecen ser los mas interesantes:
Parece ser que una de las medidas que podemos llamar óptimas y que alguno de los lutiers utiliza son las siguientes, que citaremos como TIPO 1:


Tras una comprobación, se experimentaron otras combinaciones en torno a esas medidas quedándonos con ésta nueva composición que pasaremos a denominar TIPO 2, descrita con una misma separación pero reduciendo algo los agujeros de 5.5mm a 5.25mm y acortando la longitud, quedando de la siguiente manera:





Finalmente compararemos también con la que hemos fabricado en el apartado “construye una alboka tradicional” que será la TIPO 3.



La tabla de los resultados es la siguiente


 

Con lo cual, vemos los resultados que más se acercan al óptimo son los del  TIPO 1 con los tubos fabricados de madera de ébano que muestro a continuación





Ésto no quiere decir que existan mejores o distintas combinaciones. El objetivo es jugar con todas las variables hasta conseguir una que pueda denominarse óptima. En este aspecto, cada lutier tiene sus propias preferencias.  La nuestra, como hemos dicho, es la del TIPO 1. Al estar utilizando procesos manuales de taladrado, es posible que nunca lleguemos al óptimo. Cualquier desplazamiento en el taladrado por pequeño que sea, tanto en los orificios de digitación como en el interior, desvirtuará el sonido. Sin embargo nos podemos acercar mucho,tanto que el oído no llegue a percibir ese pequeño desfase. Recordemos, que también dependerá de la longitud de las fitas, su lengüeta, su espesor...
Es curioso observar también, que el tubo tradicional (tipo 3) de todos los agujeros con la misma separación, no tiene grandes desfases respecto al óptimo, si bien entre el SI y el DO se encuentra un desfase considerable, que es el que se corrige en los tubos del tipo 1 y 2.
En cuanto a su fabricación, como se ha comentado ya, actualmente parece ser que los fabricantes utilizan madera de ébano o de granadillo, con su proceso de torneado agujereado y demás. Tradicionalmente se han hecho de caña, que deberá de ser de un exterior entre 10 mm. y 11 mm.
Lo ideal, es encontrar una caña con esa medida y suficientemente recta como para ser utilizada sin retocarla. En caso de reducir su diámetro a base de un lijado, es conveniente aplicarle una mano de barniz a modo de refuerzo, pues pierda mucha consistencia que le da las zonas exteriores de la caña.



En cuanto al agujero interior, es posible encontrarlo también a medida, pero yo soy partidario de introducir una broca de 7 mm. de manera que nos aseguramos un agujero regular, y no resulta tan peligroso al tener ya un agujero la propia caña que nos guiará para no desviarlo.
El gran problema al que nos enfrentamos en cuanto a los taladrados es el hacer cada uno de los agujeros que lleva el tubo para su digitación. Al meter la broca es probable que se nos raje el tubo entero, doy fe de ello. Antiguamente, este problema se solucionaba haciendo los agujeros con un hierro incandescente que lo que hacía era realizar el agujero mediante un quemado de la propia madera. De esta manera no había riesgo ninguno de que se resquebrajara.
Una idea para solucionar el problema de la broca puede ser envolver el tubo con cinta de carrocero bien apretada, que impida la separación de las hebras, realizando, por tanto, un corte correcto de la broca. Importante también tener la herramienta afilada en condiciones.
Con estos datos ya tienes todo preparado para sacar  tus propias conclusiones para fabricar tus propios tubos sonoros con una calidad más que aceptable.
ITXE

miércoles, 5 de octubre de 2011

Algunas consideraciones sobre los yugos

Para la construcción del yugo hemos empleado madera de roble. Es una opción personal. Me parece una madera noble con un bonito veteado. La pega que tiene es la de ser una madera muy dura que resulta muy difícil de trabajar. Antiguamente se usaban maderas de haya, nogal…

En referencia a la forma y diseño de los yugos, El fabricante acostumbra a hacerlos de una manera distinta al resto, presentando así su sello, marca o distinción frente a las otras. En nuestro caso, el distintivo que empleamos es el que hemos visto el apartado de construcción de la alboka, que junto a otro que haremos a continuación será lo que vendrá a ser la característica de nuestras albokas.

Hay que tener en consideración a la hora de su diseño también la longitud exacta de los tubos que vamos a emplear. No tendría lógica preparar una alboka con el lateral plano (donde van los flautines) de 150 cm. de longitud si lo que vamos a utilizar son cañas de 130 cm, o viceversa.

Debemos tener en cuenta también dejar en cada una de las esquinas un pequeño soporte para la sujeción de los cuernos en su caso.

En el caso de la construcción de nuestro “uztarri” hemos visto cómo es el elemento en el que se ensambla tanto tubos como los dos cuernos: el “adar txiki” (la boquilla) y el “adar handi” (pabellón de resonancia). Así son la gran mayoría de las albokas que existen en la actualidad. Sin embargo, antiguamente, y aparentemente más arraigado a la alboka gipuzkoana, se han venido construyendo también albokas con la embocadura de madera en lugar del “adar txiki”. Consistía en una continuación del yugo hasta la boquilla, con lo cual, yugo y boquilla eran una misma pieza. Este tipo de albokas, al ser una pieza de madera mas grande, se puede ensalzar su belleza con un pequeño labrado. A pesar de no ser lo más utilizado, aun se ve alguna alboka de este estilo.

Parece, por tanto, interesante proponer la construcción de  este otro tipo de yugo. Describiremos un ejemplo a continuación.

Comenzaremos el proyecto dibujando más o menos un boceto de lo que queremos conseguir. No hace falta que sea un "dibujazo", sino una simple guía de lo que buscamos, utilizando las medidas del otro tipo de alboka.



Parece ser que lo ideal es obtener tanto el yugo como la boquilla sobre la misma pieza. Con lo cual,  hay que agenciarse una pieza de madera de espesor de 40 mm. que será la parte más ancha que quedará en la boquilla. Repetiremos el proceso que explicamos en la construcción de una alboka de preparar una plantilla de papel y pasarla al trozo de madera.
Seguidamente cortaremos lo remarcado y rebajaremos con ayuda del formón la zona que debe de ser más estrecha, que corresponde de la boquilla para abajo, es decir, el yugo propiamente dicho. Para ésto, si alguien tiene la oportunidad, es mas conveniente utilizar algún medio tecnológico para redudir el espesor del yugo, con un fresado por ejemplo.

Bien, en este caso no va a ser asi. Al no encontrar un trozo de madera de semejante espesor he decidido utilizar de lo que dispongo, que es de una de 20mm. y hacerlo en dos partes: por un lado la boquilla y por otro el yugo, que finalmente uniremos de forma que parezca una única pieza.

Por tanto, como hemos dicho, para la boquilla partiremos de dos trozos de madera de roble de 20mm. pegados entre si. Si alguien quisiera utilizar este mismo proceso, me gustaría advertirle que he utilizado una cola extremadamante fuerte,de las que usan los profesionales en la construcción de mobiliario. No creo que sea suficiente utilizar cola blanca normal.

Esta es la pieza de partida:


Haremos un corte en ángulo en uno de los lados y el otro lo atacaremos con una sierra de corona puesta en el taladro, esto nos guiará para continuar con el rebaje circular de la pieza modelándolo con un  formón




Alguno dirá... ¿y tornearlo? hombre... podría ser una solución, pero lo suyo hubiera sido trabajar yugo y boquilla en una misma pieza, quitando esa posibilidad, que es lo que se pretende mostrar. Pero en principio y si lo vas a hacer por separado no habría ningún problema, claro está.
Bien, continuando con el proceso manual de la boquilla... antes de darle un buen lijado el aspecto que presenta es el siguiente:

No está mal para haber sido modelado con un formón, solo le falta un buen lijado.
Como podéis ver, aún se aprecia la marca de la sierra de corona en la punta, cosa que aprovecharemos para hacer su primera moldura con ayuda de una lima. En este momento la pieza ya empieza a parecer algo...

Es la hora del vaciado. Para ello, comenzaremos taladrando dos agujeros de 10mm que serán los que crucen de lado a lado la boquilla. Hay que tener relativa precisión para que los agujeros coincidan con el lateral sobre los que irán apoyados los tubos.
A continuación vaciaremos introduciendo brocas de distinto diámetro hasta conseguir el ancho que necesitemos… el resto con gubia y lija. Quizá un avellanador o algo que agujeree en forma cónica facilitaría las cosas.






Después, por el lado que será la parte de abajo, realizaremos una especie de ranura con un formón más fino, que será la zona de acople al yugo .



Y ya para acabar con la fabricación de la boquilla le hacemos las molduras que teníamos pensadas según el boceto que presentamos al principio. Otra vez a tirar de formón.

Este es el resultado final

Visto de lado


Visto desde arriba

Aún se nota la junta de las dos piezas, pero no preocupa demasiado ya que una vez pulido, teñido y barnizado no se notara en absoluto. Eso si, como habréis comprobado, esta cola lo aguanta todo golpes de formón con el martillo, taladrados, lijados... No tendremos problemas de que se nos despegue una vez acabado.

Turno del yugo:

Tal y como hicimos en "construcción de una alboka tradicional" dibujamos y recortamos una plantilla de la pieza en un papel, que calcaremos a una  madera de 20 mm. para posteriormente ser cortada.
Hecho esto reducíamos con un formón el centro del dibujo por cosa de estética y lijábamos la pieza entera, aprovechando este momento para realizar una especie de cama donde irán encolados los tubos.

Por tanto, si hemos seguido bien los pasos nos encontraremos en este punto.



Y a partir de aquí, marcamos la guía para seguir el labrado de la madera según el boceto.

Una vez marcado, con la hoja de una sierra hacemos una ranura por las líneas.


Le pegamos un pequeño lijado y preparamos el rebaje donde se acoplara la boquilla. es un trabajo de ajuste, con lo cual, hay que tomarse el tiempo necesario. El resultado de las dos tareas es éste:



Es el momento de meter nuevamente el formón (jeje, no es que sea mi herramienta favorita, pero es lo que conlleva el trabajo manual).

A partir de aquí es una labor minuciosa y medianamente delicada. En nuestro caso con la pega añadida de que estamos trabajando la dureza del roble, lo que dificulta aún más la tarea.


El aspecto que va cogiendo no es nada fino, pero sabemos que eso no nos supone un problema disponiendo de limas y lijas. Con lo cual, finalizado el trabajo de formón, toca pulirlo.
En la zona superior adornamos con unas simples rayas verticales. Podríamos seguir labrando figuras y demás, pero un yugo demasiado recargado podría resultar incluso feo. Cuestión de gustos.


Es el momento de la unión de las dos piezas. Con el ajuste que hemos preparado y la cola que tan buenos resultados nos ha dado procedemos a su unión.

Aplicamos la cola y en el caso de este tipo de adhesivo se aprieta fuertemente. Lo dejo un día entero para que seque perfectamente y el resultado es éste:





Si, parece un pegote. Le sobra material por todos los lados. Sin embargo, esto es lo ideal para a continuación proceder al lijado nivelándolo con el yugo. Las rayas verticales disimularán una de las uniones y el resto ni se aprecian, en cualquier caso, donde parezca que hay fallo, o si alguna unión destacara demasiado, es cuestión de aplicar pasta de color roble. El resultado que obtenemos es excepcional. Parece una única pieza.
 

Acabado nuestro "uztarri", nos cercioramos de que los tubos encajan perfectamente en los agujeros de nuestra embocadura, y en su caso damos el último retoque.









Y ya solo nos queda proteger la madera. Capa de barniz con tinte de roble que ensalce el bonito color de este material. Es una tarea lenta. El barnizado es un mundo que no consiste únicamente en pasar un pincel impregnado con barniz sobre la pieza y a correr...

En nuestro caso, después de un buen lijado,con grano de 1000 se ha aplicado un tapaporos, un fondo con tinte y varias capas de barniz brillo trasnparente, dando una mano de lijado cada vez mas fino entre capa y capa. Con eso conseguimos dar profundidad al color así como un aspecto más regular y brillante. El problema es que al tener que esperar en la aplicación de capas el trabajo se nos dilata en el tiempo. Finalmente, en la última capa se ha pulido con pasta y haciendo ochos con un trapo.

El largo proceso ha merecido la pena y el acabado superficial es muy bueno



Siendo éste el resultado final:


Buen acabado en el que no se nota ninguna  de las uniones que hemos realizado. Como podéis comprobar, el trabajo de la construcción de este tipo de yugos es bastante más costoso que el  anterior. Puede tardar unos cuantos días en elaborarse ya que al proceso de tallado hay que sumar también el tiempo del secado del barniz.
Ya solo te queda elegir el tipo de alboka que vas a fabricar: con yugo independiente al resto del conjunto o  con prolongación hasta la boquilla.



ITXE


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